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LA COMUNIDAD DEL ANILLO VS WARGOS

Fragmento emocionante de La Comunidad del Anillo, libro 2. En este, Gandalf y compañía se enfrentan a un grupo de Wargos en el desierto. El texto ha sido re traducido en Grimoria, imitando el estilo en inglés de J.R.R Tolkien.



Situémonos en la antigua historia de frodo y sus amigos. Ellos viajaron de La Comarca a Rivendel y ahora viajan, en compañía de la Comunidad del Anillo, de Rivendel a Mordor. En una de estas noches, fueron cazados por una jauría de wargos y esta es su historia.


Para la defensa nocturna, la Compañía subió a la colina taciturna. Una corona de troncos torcidos de árboles viejos y oscuros se abría en un claro, un círculo incompleto de piedras enormes. En medio de esto, encendieron un fuego funesto, pues tenían claro que no no podían hacer nada, los cazadores ya seguían su rastro y los seguían en manada. Junto al fuego se sentaron y aquellos que no guardaron, incómodamente dormitaron. Pobre Bill el poney, temblaba y sudaba en donde pisaba. Los lobos aullaron y a todos espantaron, a veces sonaban cerca, a veces en la ventisca.


En la noche negra muchos ojos brillaron, asomándose en la colina los miraron. Algunos, al círculo de piedras se acercaron. En un espacio vacío, la silueta de un negro lobo impío se detuvo en vilo y les vigiló. Un electrizante aullido estalló de sus fauces, un capitán ordenando a sus tropas al olvido.


Gandalf se detuvo en medio de las piedras del gran círculo, en alto llevaba su báculo y amenazante pronunció al crepúsculo:


  • ESCUCHEN, SABUESOS DE SAURON! él gritó “GANDALF ESTÁ AQUÍ. VUELEN, SI VALORAN SU HORRIBLE PELLEJO! LES DESPELLEJARE DE LA COLA AL HOCICO SI CRUZAN ESTE ANILLO”


El lobo gruñó y rápido se abalanzó y hacia ellos se lanzó. Silbó un agudo tañido. Legolas, su arco había respondido. Retumbó un horrible grito y una sombra amenazante al suelo había caído; la flecha élfica, una garganta había destruído.


Los ojos vigilantes de repente se extinguieron. Gandalf y Aragorn se asomaron, la colina estaba desierta; los lobos escaparon. La oscuridad los envolvió y en el silbante viento nadie más aulló. La noche era vieja y al oeste la luna ya estaba añeja, alumbrando intermitente tras las rompientes nubes callejas.


De repente, Frodo despertó de su sueño. Una tormenta de búhos salvaje y furiosa cruzó. Una manada de Wargos atacaba y en todos los frentes se juntaba.


“Prendan ese fuego” gritó Gandalf a los hobbits. “Desnuden las espadas y cúbranse las espaldas.”


En la durmiente noche, mientras la madera fresca se quemaba, Frodo vió grises siluetas lanzarse sobre el anillo de piedras. Más y más venían, infinitas parecían.

A través de un gaznate, Aragorn cruzó su sable con una estocada brillante; con una gran barrida Boromir descabezó de una sola herida. Junto a ellos, Gimli permanecía en guardia, blandiendo su hacha de alcurnia. El arco de Legolas cantaba y silbaba y los lobos se acababan.


En el agonizante fuego Gandalf parecía crecer: una amenazante figura tomó la ley, como el monumento en piedra de algún antiguo rey, gobernando la colina. Flotando como una nube él levantó una rama chispeante y corrió a enfrentar los lobos y muchos asustados le huyeron. Alto como azotea Gandalf lanzó la chispeante tea. Esta brilló con blanca radiancia, como el relámpago en flagrancia; y su voz retumbó como el trueno en evidencia:


‘Naur an edraith ammen! Naur dan i ngaurhoth!’.


Clamó el cielo con un estallido y el árbol de encima se derrumbó despavorido, con hojas y retoños muriendo en cegantes flamas.


El fuego saltó de copa en copa. La colina entera, coronada en luz de ceguera. Las espadas alumbraron en centellas.


La última flecha de Legolas silbó, en el aire voló y en el corazón de un caudillo lobo se ensartó. Muy lento el fuego murió hasta que nada en el suelo quedó, salvo la ceniza que llovía y chispas que se encendían; un amargo humo se retorcía sobre las copas de los árboles que ya no existían y sopló negro en la colina mientras en la mañana el sol salía. Sus enemigos habían escapado y no volverían.


-- ¿Qué le dije, señor Pippin?” dijo Sam, envainando su espada. “Los lobos no le hacen nada. Eso fue todo un espectáculo. ¡No me crea! Casi me quedo calvo de la emoción.



La Comunidad del Anillo por los hermanos Hildebrandt, ilustración parte del calendario de ilustraciones de El Señor de Los Anillos. Gandalf, con su mágico bastón. Gimli, con su baja estatura y larga barba. Frodo, como El Señor de Los Anillos.

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